sábado, 4 de abril de 2009

Tormenta

Ha amanecido un cielo negro, plomizo, con mayor sensación de humedad de la habitual, la temperatura es ligeramente inferior a los treinta grados habituales y corre una ligera brisa arremolinada.
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Cogemos el vehículo para dirigirnos a la base francesa desde donde operamos cuando empiezan a caer unas gotas. En dos minutos, se desencadena una violenta tormenta que deja caer un mar de agua. La visibilidad es muy escasa y sobre las principales calles de la plana ciudad de D´Jibouti comienzan a formarse grandes charcos.
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Por la calle se ve poca gente, la mayoría cubren sus cabezas con pañuelos. Otros permanecen en la clásica sentadilla, posición habitual de descanso en esta zona que debe producirles una extraordinaria distensión de los ligamentos de rodillas, y que si yo intentase practicar, me impediría volver a ponerme de pie durante una buena temporada, muchos se guarecen bajo trozos de plástico, la mayoría anda descalza. Los perros aguantan estoicamente bajo la lluvia.
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Después de dos horas lloviendo torrencialmente, la ciudad aparece completamente inundada. Las vías principales de la ciudad se encuentran empantanadas, las calles son lagunas, las zonas menos afortunadas, donde se amontonan las chabolas, están absolutamente cubiertas de barro. La zona de campo en las afueras de la ciudad se observa completamente inundada. Sólo se ve agua y bolsas de plástico que contaminan los alrededores de la ciudad. Los chiquillos juegan en los charcos, ríen, saltan, juegan a ser policías que regulan el tráfico de los vehículos que deben sortear las lagunas que se han ido formando. Los niños son felices en cualquier lado, éstos no necesitan Play ni Nintendo ni Wii.
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Muchos yibutíes permanecen de pie con el agua por los tobillos. La mayoría deambula descalza, ya no necesitan las clásicas chanclas de dedo de color chillón ni las sandalias de pescador. La temperatura es muy agradable.
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El puerto está anegado. A escasos metros del mar cualquier obstáculo hace de dique e impide el desagüe. Hay más agua en los muelles que en el mar. Escampa y se pueden ver algunas bombas que intentan achicar el agua de las principales calles. El sol asoma y en poco más de una hora los grandes charcos se han evaporado, las carreteras están secas. La zona de chabolas, sin embargo, permanecerá enfangada al menos un día más.
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Hay personas desnudas aseándose con agua de mar en las rocas junto a los barcos, algunos usan jabón. Otros golpean enérgicamente sus camisetas contra el agua. En media hora estará lista para volver a ser utilizada.
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La tormenta ha pasado, lo peor vendrá en uno o dos días: gigantescas plagas de mosquitos nos harán la vida un poco menos confortable. Mientras que llegan, al caer la tarde todavía tengo tiempo de disfrutar de un fantástico atardecer.


La foto está hecha en honor de mi amigo Antonio, de la asociación fotográfica de Villaverde. Ésta no ganará ningún concurso, pero para mí será un fantástico recuerdo del día que llovió a mares en D´Jibouti.

2 comentarios:

  1. Hola Nacho,

    estoy en España:)), el tiempo muy bueno, la comida fantastica y los hombres ligones:)))) como siempre.

    besitos

    Magda de Madrid:))

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  2. Si volvemos a exponer "Intimos Minimos" quiero una tira con tus fotos.

    Me encanta tu blog desde que Antonio lo puso en nuestro blog estoy enganchada.

    Angie
    Asociación Fotográfica Villaverde

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