lunes, 27 de abril de 2009

La Ley

Yendo hacia la Base Aérea, todos los días solemos pasar al lado de una de las muchas mezquitas que salpican la ciudad. Los viernes hacia las doce está absolutamente infectado de gente que asiste al culto semanal preceptivo. Justo a su lado, hay una explanada donde se pueden observar cuatro piedras en forma cúbica de un metro aproximado de alto separadas entre ellas otros cuatro o cinco metros. En su parte superior hay dos grilletes.

El último informe de derechos humanos de la Secretaría de Estado norteamericano denuncia que pese a la formalidad democrática aparente, los derechos humanos en este país permanecen bajo mínimos. Los principales excesos denunciados en el informe son la corrupción, la impunidad oficial, los arrestos y detenciones arbitrarias, los arrestos preventivos prolongados, la ausencia de derechos en relación con la propiedad privada. Por supuesto no existe libertad de prensa, ni de sindicación ni de asociación, y un largo etcétera de derechos y libertades individuales son violados permanentemente.

No todo es negativo, el informe del último año indica que no se han registrado ejecuciones de Estado, ni desapariciones, aunque si existe constancia de que continúen las torturas y los malos tratos por la policía.

En la cárcel de Gabode, que vemos completamente abarrotada de visitantes en sus inmediaciones, especialmente los viernes (día de visita), parece que los prisioneros sí tienen acceso al agua potable y saneamientos, si bien las condiciones sanitarias de la cocina permanecen en niveles ínfimos. Tienen enfermera y dos visitas médicas semanales. Hombres y mujeres habitan separados y las mujeres tienen permitido permanecer en compañía de sus chiquillos.

Aunque la Ley prohibe las detenciones arbitrarias, la policía no lo respeta. Nosotros, por el estatuto de Fuerza de que disponemos, no somos susceptibles de ser arrestados en caso de cometer un delito, sin embargo nos han advertido que si fuésemos detenidos, probablemente nos soltarán en un tiempo “razonablemente superior al establecido”, con alguna que otra magulladura además de alguna que otra disculpa.


Ahí delante de mí continúan las piedras con los grilletes. El objeto de las mismas es servir de lugar de imposición de castigo de flagelación, lapidación y amputación de miembros a delincuentes, ladrones y adúlteros y homosexuales (la homosexualidad en D´Jibouti está penada con diez a doce años de cárcel).
La verdad, no he visto nunca ninguna ejecución de sentencia, (ni tengo la menor gana de ello), en realidad creo que la Constitución del país las prohibe, pero ahí continúan las piedras, como muestra del pasado reciente y aviso a navegantes de que aquí, los derechos humanos son “muy particulares”.

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