miércoles, 29 de abril de 2009

Dolphin

Hay por aquí un valenciano que ha elegido desde hace nueve años vivir en D´Jibouti.

Se gana la vida organizando expediciones por mar y carretera a algunos lugares turísticos que hay en este país. Para las excursiones marítimas dispone de un velero “El Delhi Waleta” con el que organiza jornadas en Tadjura, Musha, Maskali, Arta, Obock y otros sitios que para echar un día libre resultan fantásticos.

Las excursiones por tierra son más sufridas, todo terrenos por caminos polvorientos conducen al Lago Assal, a un bosque que se encuentra al otro lado del Golfo, o simplemente el desierto que se halla próximo a Etiopía. Su empresa, “Dolphin”, organiza cursos de buceo con el título “Padi” oficial, proporcionando libros, teóricas audiovisuales, reconocimiento médico preceptivo y toda la instrucción necesaria por un precio razonable. Además ha participado en la organización de una película, reportajes, documentales...

tienen hasta página web, por si alguien se anima: http://www.dolphin-excursions.com/

El negocio que ha organizado cuenta con varios socios… a cual más pintoresco. Habitan y trabajan en una casa local de dos pisos en el Centro. Utilizan la parte superior a modo de oficina. Los ventiladores en el techo permite soportar el calor. Tienen un salón con un tresillo y una tele del siglo pasado. En las paredes cuelgan banderas originales “prestadas a modo de souvenirs” de diferentes barcos y embajadas. Además, un montón de ceniceros repletos de colillas le dan el toque “¿Qué tal si limpiamos un día de éstos?”.

Constituyen una cuadrilla de “hippies” de varias nacionalidades, a cual más singular, que caen bien. La característica de todos ellos es su estilo de vida “buen rollito”, dormir, beber cerveza, navegar, siesta, fiesta y así uno y otro día. No tienen una sola preocupación.

Los socios son Vicente y Bruno. Bruno, francés, es el que pone orden en la empresa. Habla un buen inglés y con sus pantalones de pinzas y camisa de marca es el “dandi” del negocio.

Vicente, cercano a los cincuenta, es moreno de piel, greñas rizadas semirrubias, de aspecto sucio, frente muy despejada y muy poco pelo en la “azotea”, generosas patillas, mal afeitado y cara permanente de “me acabo de despertar, ¿toca comer o cenar?” Siempre lleva chanclas, pantalones cortos y camisetas con mugre de tres o cuatro días. Es buen negociante, habla y habla y al final no sabe por dónde ha empezado, pero te convence por aburrimiento y porque llegas a pensar que es imposible una comunicación lógica con él. Como si hablásemos diferentes idiomas.



El equipo se completa con Nicholas (francés con chanclas, pareo a la cintura, pelo largo y aspecto de “me he fumado dos porros esta mañana y estoy un poquito colocao”; Alex, el instructor de buceo, serio, perilla de chivo, de complexión atlética; también está el encargado de excursiones por tierra, que es otro colgaode tomo y lomo”, pero quizás el más excéntrico de todos ellos es el pintor iraní, en búsqueda permanente de la musa de la inspiración, con escaso éxito. Además por el local que tienen, siempre rondan los marineros yibutíes encargados de la logística a bordo del barco.

Vicente nos ha invitado hoy a tomar hoy una paellita valenciana de pollo… a las siete de la tarde! No sé si la intempestiva hora ha sido fijado por el insoportable calor que imposibilita cualquier actividad al mediodía o es que ha calculado que ésa es su hora de comer para el día de hoy. En cualquier caso, no le vamos a poner pegas, una paella en D´jibouti es algo que no sucede todos los días.

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