lunes, 4 de mayo de 2009

Una misión desde Mombasa

El despertador suena a las seis y cuarto, tras la ducha académica y vestirme “de piedra”, desayuno un zumo de mango, un poco de piña y un café con la doxiciclina (aquí la malaria es endémica por la gran cantidad de mosquitos favorecidos por la humedad ambiental), Mark nos recibe con el cásico Jambo y subimos al “taxi” en dirección al aeropuerto.

La calle está ya abarrotada de gente. Llama la atención la gran cantidad de mujeres con pesadas cargas sobre la cabeza. El tráfico es caótico e intenso. Recibo llamada del Centro de Apoyo a la Misión modificándonos la intención del Jefe de la Fuerza respecto al plan inicial. La búsqueda deberá centrarse ligeramente más al Sur de lo previsto modificando las coordenadas respecto a lo inicialmente previsto. Las altísimas buganvillas y los baobabs que adornan las afueras de Mombasa nos deleitan la vista.
No se requieren servicios de handling, pago las tasas de aterrizaje, llamo a la Shell para cargar el avión de combustible, David se encarga de llevar a la torre el plan de vuelos y enterarse de la meteo (parece que hoy no habrá tantas nubes como ayer), los de mantenimiento dan el último repaso al avión, todo está en su sitio. Subimos al P-3, Óscar hace el briefing pre vuelo (ocho horas de misión, llegada estimada a las diecisiete locales). Con mecánica profesionalidad se comprueba las tareas del personal a bordo. Mecánicos, armero, fotógrafo, radarista, todos responden. Todo es correcto. El navegante informa del propósito de la misión, la zona y los objetivos.
Les doy mi bendición, les deseo buen vuelo. A las nueve y cinco están despegando. Cinco afortunados nos quedamos en tierra. Tenemos ocho horas de turismo.


Dedicamos la mañana a conocer la denominada “old town”. La ciudad se asienta sobre una isla formada por coral y por tanto en continuo crecimiento. Visitamos el castillo milenario tomado por los turcos a los portugueses, bajamos a un pequeño muelle donde observamos un gran pozo que se utilizaba para lavar a los esclavos antes de ser transportados a América. Hoy hay gente lavando sus propias ropas. En la orilla, de aguas cristalinas, hay gente joven lavándose. Complexión atlética, todo fibra, ni un miligramo de grasa. Uno de ellos con el agua por la cintura se está limpiando enérgicamente los dientes con arena del fondo. El paisaje es tropical.
Subimos de nuevo a una pequeña calle donde abundan los suvenir para turistas. Figuras de ébano, collares, pulseras de pelo de elefante, capazos de fibra de baobab, cuadros y telas con motivos africanos. Tiempo de tomarnos una cerveza. Nos sentamos en una terraza y finalmente nos decidimos por zumos de papaya, mango, piña… frente a nosotros, delante del agua, los chavales juegan en un improvisado partido de fútbol. Entran duro, ríen, caen al suelo de forma aparatosa, se divierten.
Antes de subir al aeropuerto, contemplo absorto el espectáculo: el techo de los taxis, abarrotado de monos, es utilizado de trampolín para subir a los árboles. Llamada del avión: con un ruido inaudible alcanzo a comprender que aterrizarán a las cinco y cuarto.
Como un clavo el P-3 toma tierra sin novedad. Recibo a bordo el debriebieng. Una fragata francesa ha apresado a los ocupantes de un barco nodriza, que servía de apoyo a los piratas, cuya presencia fue detectada en nuestra misión de ayer. Hoy, nada importante que reportar. Óscar todavía tiene cara de susto.

Dos grandes frentes de cúmulo nimbos han sido imposibles de sortear al regreso. El avión se ha movido “de lo lindo”, la ayuda del viejo radar y la pericia de su operador han permitido el retorno seguro a Mombasa. La tripulación se marcha a descansar.

Repostamos el avión para el vuelo de regreso a D´Jibouti de mañana. Los de mantenimiento empiezan la “diaria”; Pedro revisa concienzudamente los motores, Paco la estructura del avión, Meji supervisa el radar y Lara los instrumentos de cabina. Todo está en condiciones de volar un día más. Terminamos de noche. Echamos la llave a la puerta y volvemos al hotel. Los informes de misión son enviados, damos novedades al Jefe de la Base de Morón. Un día más el P-3 ha cumplido su misión. En el hotel doy instrucciones de transporte para el día siguiente, solicito facturas de alojamiento, comida y telecomunicaciones. Aún hay tiempo de una ducha, escribir este post antes de ir a cenar.




Después nos tomaremos una cerveza (ahora sí) en el chiringuito del hotel al borde de la playa.

1 comentario:

  1. ¡¡ Joder !! ¿ A las 6:15 H ?. Seguro que tuviste que hacer burruño y todo......

    Sigo esperando.

    Un abrazo.

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