lunes, 11 de mayo de 2009

El tierno militar

Continúo pensando que la razón de mi presencia en D´Jibouti no consiste en realizar labores humanitarias.

Sin embargo, ser testigo permanente de la miseria, del hambre, de la desnutrición y la pobreza es algo a lo que no te acostumbras, y que te hace meditar. Desde España tenemos conciencia de los problemas del tercer mundo pero quizás por la lejanía nuestra moral se relaja… vamos a restaurantes caros, las basuras están repletas de sobras, la mayoría de nuestra pblación no tiene ése tipo de problemas.

Aquí, la cosa cambia... la miseria se encuentra delante de ti cada día, mirándote a los ojos. Me siento mal desperdiciando agua potable para afeitarme mientras a la salida del aeropuerto, los chiquillos se acercan a nuestro coche con la ilusión de obtener una botella. No es fácil ver nuestro plato lleno de comida mientras que los cuerpos delgadísimos de los yibutíes descansan bajo una sombra en el exterior. Me preocupo por tomarme la pastilla antipalúdica diaria o por las condiciones higiénico-sanitarias donde me vacuno de la fiebre amarilla, conociendo que en este país menos del treinta por ciento de los niños menores de cinco años que sufren desnutrición aguda reciben un tratamiento adecuado. Me preocupan los exámenes de mis hijos mientras que aquí muchos niños, y en particular niñas, abandonan la escuela y se ven privados de su derecho a la educación porque están ocupados buscando agua.

¿cómo no sentir nada?, ¿qué tipo de venda hay que ponerse?, ¿es posible permanecer de brazos cruzados?
El otro día leí en Internet:

El tierno militar
“Hace unos días, pocas horas antes de su regreso a casa, y “sin que nadie lo supiese”, seis militares españoles de la misión de la Unión Europea en Somalia “sacrificaron parte de su tiempo libre y de su dinero para visitar uno de los colegios más pobres de Yibuti”. En su paseo por las aulas repartieron “chucherías, gominolas, galletas y juegos que habían comprado en las tiendas de la ciudad”. Al irse, los escolares colocaron la bandera española en la pizarra y despidieron a los edulcorados soldados con gritos de: ¡España!, ¡España!”


Es comprensible y aceptable ¿no?, o ¿tal vez estamos lavando nuestra mala conciencia?

(La foto es mi peqeño homenaje a Úrsulo, una de las personas que mejor ha entendido a la gente de este país y que ha calado más profundamente en el corazón de cientos de yibutíes)

1 comentario:

  1. Gracias por este pequeño homenaje, mil veces lo haría, mil veces iría a esa tierra, donde la sonrisa es la moneda de cambio ante cualquier pequeño gesto,y que mucha gente tiene por techo el cielo y por cama el suelo. El poco tiempo que tuve para compartir momentos como el de la foto, me han recordado una palabra poco usada y muy olvidada en nuestra sociedad occidental, la humildad. Os animo que sigáis así, con esas visitas, y es una pena porque el próximo día 20 de mayo, va un caja con material escolar, libretas, lapices de colores, libros para colorea, gomas, reglas y cartabones, que desisteresadamente compañeros de mi trabajo han cooperado para su adquisición. Si la ayuda es directa las cosas funcionan, estoy en un estado sensible ante los recuerdos de es minúsculo pais. Ursulo.

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