Cuatro o cinco “piraos”, nos hemos hecho el firme propósito de reservar el tiempo necesario (seis ratillos de un par de horas), para aprovechar el incomparable marco natural submarino de estas latitudes y hacer el curso de buceo. Para ello, nuestros colegas de Dolphin, nos han prometido toda la flexibilidad de la que sean capaces, y después de solventado el problemilla de que se habían quedado sin monitor con titulación suficiente (Alex se ha tenido que volver urgentemente a Francia y han “pescado” otro colega que al parecer se encontraba ¿viajando? por Somalia), esta tarde hemos empezado el curso.
Claro, lo del “cursito” de buceo, suena fantástico ¿verdad?, ¡vamos, a mí la experiencia del bautismo en Tadjura me enganchó completamente, pero como todo en la vida, lo del buceo también tiene su lado oscura: lo primero que hay que hacer es estudiarse el manual de buceo de aguas abiertas, aprender y/o repasar un montón de conceptos esenciales y aprobar el examen teórico que precisamente haremos esta tarde. Y claro, como siempre, las cosas se van dejando, dejando… así que ayer me encontraba a las dos de la mañana peleándome con botellas, reguladores, descompresiones, tablas de inmersiones sucesivas, tiempos mínimos, bares, atmósferas y qué sé yo cuántas otras historias… y claro, cuando se me cerraban los ojos me decía:
¡… quién me mandará a mí…!
La verdad es que la respuesta a mi interrogación retórica la encontré casi al final del libro cuando leí en el manual que el objetivo de la paliza a leer que me estaba pegando no es llegar a alcanzar el nivel PADI Open Water (cosa que de paso, espero lograr), sino que la razón última es proporcionar los medios para conseguir:
- Conocer gente.
- Ir a sitios.
- Hacer cosas bajo el agua.
.
La verdad, se nota que el método es americano, y que ellos necesitan excusas para salir de sus "cuevas". A mí excusas me hacen falta pocas, y lo del curso me apetece de verdad… ¡aunque ayer durmiese un ratillo menos!
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