sábado, 21 de marzo de 2009

Un paseo por la capital

Esta mañana hemos dado una vuelta por la ciudad de D´Jibouti.


Definitivamente la miseria es el factor predominante que impera en sus calles.

No es una ciudad ruidosa debido, sobre todo a que no tiene gran cantidad de vehículos.
El colorido es impresionante.
Se observan en sus calles principales, los característicos taxis verdes importados, al parecer de la República Sudafricana, cuando allí están listos para el desguace, que pueden utilizarse pagando tarifas razonables sin regatear demasiado. Tienen el volante a la derecha, decoración autóctona que puede incluir guirnaldas navideñas, alguna que otra luz de tunning y una cantidad indeterminada de pulgas y garrapatas. Lo más parecido que he visto a ésto en Europa son los coches napolitanos.


Además de los taxis llaman la atención la cantidad de modernos 4x4 que utiliza la colonia francesa, te puedes cruzar con vespas y ciclomotores en estado deplorable, viejas bicicletas y personas mutiladas en sillas de ruedas.


El centro está lleno de gente intentando conseguir lo suficiente para subsistir un día más. Supervivientes de todas las edades sentados a la sombra, algunos en el suelo, otros en sillas de plástico. Al observarnos, rápidamente nos identifican como españoles con las consabidas alusiones a Real Madrid, Barca, Raúl y otras cuestiones futboleras... nadie identifica al "aleti". Son amables, todos te chocan la mano intentando venderte lo que sea, relojes, navajas, linternas que proyectan la imagen de Bin Laden y otros souvenirs "made in Hong Kong". Sentadas en el suelo hay mujeres tejiendo cestas de mimbre, otras venden té sentadas en una caja de madera. Antes de que te des cuenta tienes un niño de grandes ojos y dientes blancos agarrado de tu mano que te sonríe buscando lo que sea. Tampoco me siento agobiado, no hay sensación de peligro alguno. Todo lo más, algún carterista.


Junto con la población autóctona comparten las calles ciudadanos franceses residentes aquí. Familias de militares. Se puede ver mujeres francesas con camisetas de tirantes con sus preciosas niñas blanquitas cruzándose con musulmanas vestidas de negro de los pies a la cabeza, llevando burka.
¡Qué contraste!

Así es el centro, ése es el lujo...

... en el regreso pasamos por la "zona residencial". Los afortunados que tienen un techo en D´Jibouti capital viven hacinados en chabolas. Pasamos en nuestro coche por una de las "calles" principales que atraviesa esta zona de la ciudad. Es inmensa. La gente está en la calle, los niños jugando, los adultos descansando a la sombra de las casas, las cabras menudeando las montañas de basura, los puestos de khat (la droga masticable que se distribuye legalmente) preparados. A las 4 llega el vuelo con más de 20 toneladas que se distribuirá entre la mayor parte de esta gente. La droga que les aleja de su realidad, les adormila y les llevará hasta el día siguiente.


Las casas, construidas por los franceses hace más de 30 años parecen en estado ruinoso, no hay ventanas, las contraventanas se caen a trozos, cuelgan trapos coloridos y sucios por todas partes. Los negocios tienen carteles escritos a mano en cualquier trozo de madera.


Una vez fuera de esa zona, en la zona de la playa mucha gente se está bañando en el mar. La mayoría con ropas. Otros sentados en posición de sentadillas charlan, ríen, dejan ver sus dientes completamente mermados y negros por los efectos del khat. La mayoría de esta gente dormirá ahí, en el suelo, bajo las estrellas, como alguno de los vagabundos que pueden encontrarse en las ciudades occidentales...
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...Aquí los mendigos se cuentan a cientos, a miles!

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