domingo, 15 de marzo de 2009

Las lágrimas de un niño.

¿Cómo se compensan las lágrimas de un niño?

No hay nada en la vida que pueda compensar éso.

Nacho es un niño alegre, simpático, despierto y muy cariñoso. Tiene ocho años y su vida es normal para un niño de su edad..., de los de hoy en día. Pasa un fin de semana de cada dos con su papá. Disfruta muchísimo con él. Está siempre deseando verle, darle un abrazo, llenarle de besos...

Su padre, a veces le mima mucho, otras es estricto con él, siempre insiste en hacer deberes, lee con él por las noches, le explica esas inexplicables reglas de ortografía que a Nachete a veces se le atragantan... ¿por qué se echa la hache a veces y sin embargo no se la echa cuando algo está hecho?

Nacho es una esponja, todo lo absorbe, el conocimiento del medio, las tablas de multiplicar, el inglés, incluso la ortografía. Sin embargo, lo que mejor absorbe es el inmenso cariño que su papá le tiene cada minuto que comparte con él. Y los que está lejos de él también.

Hoy domingo por la noche, la cosa ha sido un poquito diferente. Nacho sabe que su papá mañana se va lejos. Se va a África porque conoce que su papá como militar que es, debe acudir donde sus jefes le digan. Sus jefes han decidido enviarle a una misión a defender los intereses de su país. Lejos, y por una temporada. Nacho sabe que su papá no estará con él el día que cumpla nueve años. Tampoco estará el día que haga su Primera Comunión...

Nacho imagina que África debe estar muy lejos, o que la misión de su papá tiene que ser muy importante para que su "papito" no esté con él en días tan señalados. Además África le suena a algo peligroso.

Todo el día ha estado absolutamente feliz. Sin embargo en el momento de despedirnos, Nacho ha sentido algo especial. No ha podido aguantar. Se ha quedado de pie, calladito, sus ojos se han llenado de lágrimas y un hipo tremendo ha hecho que, incluso a su papá se le haya hecho un nudo en la garganta.

Todos los abrazos y todas las palabras de tranquilidad que he podido transmitirle han sido inútiles. ¡No pasa nada!, Nacho, ¡tranquilo, papá voverá antes de lo que te imaginas!, ¡hablaré contigo por teléfono!, ¡pensaré en ti todos los días!

A Luis, no le he podido decir lo mismo. Su papá se despidió de él una noche y nunca más volvió a verle.

Algunos militares dan su vida por España y éso es dificilmente explicable para un niño.










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