domingo, 29 de marzo de 2009

Por qué sonríen aunque se mueren de hambre

He encotrado en internet un artículo que describe a las mil maravillas lo que el khat significa para las gentes de este país. No he podido resistir la tentación de intercalar algunas de sus frases que describen por qué esta droga es necesaria en D´Jibouti.


Bajo el intenso sol y con el calor pegajoso de la ciudad de D´Jibouti, la mayoría de sus habitantes no tienen nada que hacer. La inactividad proporciona todo el tiempo del mundo para mascar hojas de khat y ver pasar la vida, sin traumas.



El khat es el nombre corriente que se le da a un árbol de África oriental cuyas hojas tienen efectos estimulantes y que se consume mayoritaria y legalmente en Yemen, D´Jibouti, Somalia y Etiopía.


Son las cuatro de la tarde, la temperatura exterior es de 39 grados. Tendidos sobre viejos colchones observo una decena de jóvenes que mastican khat desde hace horas. Como la hoja de khat da una sed compulsiva, frente a ellos se despliega una colección de bidones de plástico amarillos con agua turbia. En sus manos, pueden observarse manojos de hierba envueltos en hojas de plátano para mantener la frescura de la hoja. Periódicamente van arrancando algunas hojas con sus tallos rojizos, las doblan y las introducen a un lado de la boca, y dejan que vaya fluyendo el placer. Al hablar, se les ve el interior de la boca y los dientes teñidos de verde, como si fuesen rumiantes.

El principio activo está presente en las hojas verdes y frescas del khat hasta 48 horas después de su recolección. Según nuestro médico, es muy similar químicamente a la anfetamina. ¿Los efectos de ambas?: exaltación, pérdida de la noción de espacio y tiempo, euforia similar a la provocada por la cocaína, claridad de pensamiento, eliminación de la fatiga y potenciación de la concentración y la socialización, entre otros.«Cada día llega el reparto de khat desde la ciudad sagrada musulmana de Harar», muy cerca de la frontera etíope-somalí y, a la vez, origen del cultivo de khat en África.


Según los oficiales del gobierno de D´Jibouti «La hierba da toda la energía para trabajar, desarrolla el poder mental y acciona la intelectualidad», sin embargo nada dice de sus efectos nocivos: insomnio, depresión, trastornos de la libido, anorexia, irritación estomacal, dificultades respiratorias y dependencia. Los consumidores compulsivos pueden ser agresivos. Sus principios activos están prohibidos por la ONU.

Al aeropuerto de D´Jibouti capital, llegan nueve toneladas diarias de khat para una población de 400.000 habitantes. Oficialmente es un asunto legal, pero se respira una discreción más que evidente, especialmente si andamos occidentales en las proximidades.

Un policía de uniforme se acerca curioso e interrogante y, cuenta a nuestro intérprete las excelencias del khat a la vez que reconoce que lo consume cuando se quita el uniforme. Antes de irse, aparece otro individuo, con un manojo de hojas en la mano izquierda y una bola de hierba en el carrillo derecho. Ambos son amigos y el civil se explaya: «Puedo estar dos noches sin dormir, me quita la resaca si he bebido mucho, tengo toda la energía del mundo y no necesito comer», reconoce. El policía, no pierde comba: «es una cuestión cultural, como los toros en España», asegura.


En la calle esperan los distribuidores de los puestos de venta que hay en la ciudad. Dos camiones repletos de hojas verdes saldrán del aeropuerto y llegarán a una explanada de las afueras de D´Jibouti. Se llenará de gente y en pocos minutos se habrá vendido toda la carga», asegura. En la calle un manojo cuesta algo más de dos euros. Al cabo de unos minutos, el khat estará repartido por toda la ciudad, con la dosis de felicidad a punto.

Mientras el país se muere de hambre, hay droga para todos con el beneplácito oficial. Con la población bajo sus efectos, desaparece el hambre y la gente anda contenta, eufórica y relajada; ¡ así, no hay revolución posible !


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