viernes, 5 de junio de 2009

Viernes de playa

El viernes es el día de fiesta de los musulmanes. No hay trabajo (en este caso oficialmente para nadie, ni siquiera en el puerto), no hay escuelas, el mercado está cerrado, no abren bancos ni ningún comercio, todo el mundo se concentra a las doce en las mezquitas, los franceses se van de excursiones, no hay un solo vehículo por las calles, hace un calor extremo (como siempre), no encontramos ni siquiera a nuestros “locos oficiales”, ellos también deben tener su día de descanso, no hay absolutamente nada que hacer salvo combatir el calor y pasar el día de la forma más llevadera posible: o sea, ¡todo el mundo a la playa!

Nosotros no notamos la diferencia, salvo en los trayectos de subida y bajada a la base. Volamos igual, ya que los piratas no hacen festivos. Sin embargo, cuando pasamos al lado de la playa, el aspecto de la misma es impresionante.

Ciertamente no es Benidorm, Cullera, la playa de San Juan ni ninguna otra playa española que nos pueda servir de referencia…




Familias enteras, con seis u ocho chavales de media, aparecen por pequeñas bocacalles inexploradas por nosotros, procedentes de sus chabolas con cara de felicidad y ganas de pasarlo bien. Es una auténtica procesión. La carretera se encuentra plagada de gente. Van medio desnudos, con pantalones cortos, sin camisetas, en chanclas (en eso no hay diferencia respecto a otros días ya que cada cual dispone de un solo calzado), otros descalzos, alguno lleva un balón, otros una rueda de coche inflada… las mujeres llevan sus velos, otras van con camisetas y ropa ligera y generalmente caminan cargadas con agua.


La playa está abarrotada, no hay tumbonas, no hay más de dos o tres sombrillas en toda la playa, no hay toallas, no hay bañadores ni biquinis, no hay cremas. La mayor parte de los bañistas pasan el día entero en el agua. Las mujeres que se bañan lo hacen con camisetas y pantalones, muchos chavales también conservan sus ropas mientras se dan el interminable chapuzón. No hay absolutamente nada de oleaje, no se mueve la más mínima brisa, la orilla del mar parece una piscina, se ven más “cabecitas a remojo” que agua propiamente dicha.

Las escasas sombras de alguna palmera están completamente atiborradas. Alguno construye una choza para protegerse del sol con ramas y bolsas de plástico. Da igual, bajo el sol se puede soportar diez o doce horas si permaneces a remojo. Los chavales juegan al fútbol en improvisados campos polvorientos. En la playa, una rueda de vehículo hace de cama elástica para ensayar saltos con increíbles cabriolas. Algunos de pelean, todos ríen. Hay muchísima gente en cuclillas en círculos familiares.




Cuando se hace de noche la gente comienza a recogerse, la carretera se encuentra mojada de la gran cantidad de personas que se han aseado tras el día playero como buenamente han podido con agua de mar recogida en botellas de plástico. La playa está absolutamente llena de desperdicios, papeles, bolsas y todo aquello que ha perdido completamente su utilidad.

Esta noche, un pelotón de limpieza (al que nosotros llamamos “pelotón de castigo”) recogerá toda la porquería y barrerá la carretera para que mañana sábado presente un aspecto aceptable.

1 comentario:

  1. DISCREPO SOBRE LOS CALLEJONES INEXPLORADOS.
    Y EN ESAS PLAYAS ENCONTRE LA TRANQUILIDAD DENTRO DEL BULLICIO Y EL MAYOR Nº DE SONRISAS REUNIDAS.

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