Hay dos tipos de personas en este planeta; las que, con independencia de su religión y creencias, nacionalidad, origen y estatus social se encuentran comprometidas con sus semejantes, cuidan el medio ambiente y sufren con las guerras, el hambre y las desigualdades sociales. Y otras que son egoístas, piensan constantemente en el dinero, en lujos y miran para otro lado cuando oyen informes sobre las desgracias ajenas y carecen del mínimo escrúpulo social.
Mi estancia en este país, la comprobación del sufrimiento, ver el hambre en el rostro de las personas, la desigualdad, la miseria, la carestía de lo imprescindible y la comprobación in situ de la muerte de miles de personas por ausencia de alimentos me han clarificado mi escala de valores.
¿Cómo es posible que en España suframos por nimiedades cuando muchísimos niños mueren cada año como consecuencia de enfermedades fácilmente prevenibles o tratables, como diarrea o neumonía … ?, ¿qué importancia tiene casi nada de lo que me ocurre en España si lo comparamos con la ausencia de cuidados sanitarios en D´jibouti?, ¿en qué estoy pensando cuando me enfado porque tengo que esperar algunos días en España para que me den una cita médica, mientras que un niño nacido en África Subsahariana hoy tiene veintisiete posibilidades más de riesgo de morir antes de los cinco años que un niño nacido en un país industrializado?, ¿por qué me preocupo por el futuro de mis hijos ante un mal resultado académico si ellos tienen garantizado el estado del bienestar con alimento y hospitales, mientras que aquí la inmensa mayoría de niños y niñas no reciben atención médica básica?
España ocupa según el informe “Índice de madres 2007” el noveno puesto entre los diez mejores países para ser madre; D´jibouti ocupa el ciento treinta y uno (o sea el noveno por la cola)… ¿no es una casualidad terrible? Realmente es una terrible coincidencia que, obviamente, remueve mi conciencia.
Y qué decir de la educación… yo soy de los que me disgusto muchísimo ante un mal resultado académico y me preocupa mucho el futuro de mis hijos. En D´jibouti, educación es vida: Una de las maneras más efectivas para disminuir el riesgo de muerte de las madres y sus hijos es asegurar que las niñas vayan a la escuela. Cuanto más tiempo pasan en el colegio, más tarde se casan y se convierten en madres. Las niñas con educación tienen más posibilidades de madurar para ser madres y gozar de salud, nutrición, poder económico y conocimientos sobre cómo cuidar de sí mismas y de sus hijos.
¿De qué están hechos nuestros políticos? ¿Cómo no mostrar un mayor grado de solidaridad con países como éste? El cero con siete es un invento occidental para lavar nuestras conciencias, y ni siquiera nos acercamos a dicho objetivo.
En D´Jibouti, los niños y niñas más pobres son los más excluidos y los que tienen mayor riesgo de morir. Es así de triste, ¿cómo permanecer impasible ante semejante realidad?
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